jueves, 15 de diciembre de 2011

Fighting Warriors, versión Amstrad CPC

La portada de Amstrad CPC es igual
En “Fighting Warriors” adoptamos el papel de un héroe legendario, quien, espada en ristre, avanza hacia delante, en medio de un peligroso desierto, mientras le salen al paso todo tipo de criaturas mágicas, cuyo único objetivo es impedirle rescatar a la princesa Thaya, quien, si no lo remediamos, será sepulcrada viva por el perverso Faraón en un templo situado en algún remoto lugar de Egipto, como sacrificio a los dioses.

Los oponentes acuden a nosotros de uno a uno. Cada vez que vencemos a una de las feroces criaturas —mitad hombre, mitad bestias—, así como un homúnculo de nosotros mismos, otras ocupan su lugar.

Cuando los certeros golpes de nuestra espada se cobran la vida de quien trata de darnos muerte, se materializa una pequeña botella, la cual nos proporciona un elixir que aumenta nuestra barra de energía, mermada tras la refriega.


El videojuego fue publicado por “Melbourne House”, la misma compañía que desarrolló el magnífico “The way of exploding fist” —bastante más logrado que este “Fighting Warriors”—. Aunque no es menos cierto que este programa fue vapuleado de forma desproporcionada e injusta por la crítica especializada a nivel internacional.

Tampoco era tan malo. A pesar de que es uno de aquellos videojuegos a los que el paso del tiempo no les está sentado demasiado bien; y que, jugado ahora, resulta bastante monótono, lento y con un Scroll demasiado brusco —que afea el videojuego y menoscaba la acción.


Quizá, lo que sigue destacando del programa —analizado en su contexto, claro— es la calidad gráfica, el tamaño y el diseño de los personajes y las excelentes animaciones. Lástima que la lentitud de los golpes perjudique la belleza de los movimientos, y vaya en detrimento de la cualidad más importante de un videojuego: su jugabilidad.

Tampoco quiero olvidarme de mencionar la banda sonora, de lo mejor que se ha hecho en 8 bits; aunque puede llegar a crispar los nervios.

Siendo un niño sentía pasión por este videojuego, por dos motivos. El primero de ellos, era que fue el primer videojuego original que pude señalar con el dedo, y que mi padre me compró, sin dudarlo, una hermosa mañana en el rastro de Madrid, porque estaba de saldo. Creo que costaba algo más de quinientas pesetas. Lo que deja claro, que fue un fracaso. Aunque en aquel momento lo único que me importaba era que me iban a comprar un videojuego original. Pues, normalmente, era mi hermano, quien elegía los videojuegos, ya que era el mayor, y siempre llevaba la voz cantante en lo que se refería a nuestro Amstrad CPC 464. También he de reconocer, que el videojuego que eligió él, aquel mismo día, “Barry McGuigan World Championship Boxing” —un estupendo videojuego—, le disfrutamos más que “Fighting Warrior”, principalmente, porque tenía la opción de dos jugadores


El segundo motivo por el que sentía predilección por él, es que podía pasarme horas mirando la carátula, que me parecía una pasada. Y vista hoy, veintitantos años después, me sigue pareciendo una delicia la ilustración que adorna la portada.

Para concluir, quiero hacer mención al gráfista Russell Comte y al programador Stephen Cargill, principales mentes creativas de este videojuego, que, si bien no es un programa notable, no merece ser olvidado.


De todas formas, si queréis un emulador gratis y no sabéis cual, mirad este enlace de los compañeros de Amstrad Esp -uno de los mejores sitios para saber más del Amstrad y donde podréis encontrar gran variedad de títulos clásicos y nuevos; sí, la escena retro está viva, aunque cada vez más parada en el caso concreto de Amstrad.

En caso, de que no sepáis o tengáis alguna duda o curiosidad al respecto, decidmelo en los comentarios, y os aclararé todo lo que esté en mi mano.