martes, 27 de diciembre de 2011

Spiderman 3, de Sam Raimi


El tiempo es el mejor aliado del cine. Las películas, como los buenos vinos, necesitan reposar. A menudo un film es vilipendiado de forma injusta en el momento de su estreno, y después se redescubre. Y eso le ocurrirá, en cierta medida, a “Spiderman 3”; sino tiempo al tiempo.

Para contextualizar la crítica, empezaré por decir que cuando salí del cine la primera vez que vi esta película sólo podía pensar en que era un bodrio y que Sam Raimi había echado por tierra todo lo que había hecho en las dos películas anteriores.

Ahora, pasado el tiempo, empiezo a cuestionarme que quizá fui algo injusto y me dejé llevar por el aficionado a los cómics que soy desde hace más de veinte años.

Cierto que “Spiderman 3” tiene un guion endeble y contradictorio, plagado de escenas de humor inoportunas y carentes de sentido. Cierto que no aporta nada el hecho de relacionar a Flint Marko con la muerte del tío Ben; al contrario, devalúa a sus predecesoras, restando credibilidad y dramatismo a lo ocurrido en la primera y en la segunda película. Cierto que las escenas de acción son demasiado largas; con lo que se pierde intensidad dramática y se desperdicia un precioso metraje, que podía haberse dedicado al suspense, a recrudecer los conflictos interiores de los personajes o a darle más peso en la historia al capitán Stacy, a su hija Gwen o a Eddie Brock. Cierto que Veneno está metido con calzador en la trama –se dice que por imposición de los ejecutivos del estudio- y que se cuenta en diez minutos lo que daría para una película entera. Cierto que el traje del duende verde es horroroso. Cierto que el bailecito de Parker nunca debió filmarse…

Pero también es cierto que Spiderman se mueve como nunca lo había hecho antes en pantalla; que hay composiciones –como la de la pelea en el furgón blindado o en la alcantarilla- calcadas de los mejores cómics; que el triángulo Peter, Harry y Mary Janes está bien hilvanado; que las secuencias que comparten Tia May y Parker están muy bien escritas; que el ritmo de la película no decae en ningún momento; que el tema de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad sigue siendo el leitmotiv de la historia; que la decadencia de Harry es correcta y la actuación de James Franco acertada; que Tobey Maguire interpreta a Parker con tanta solvencia como en las anteriores cintas y que no tiene la culpa de que el guion sea malo.

“Spiderman 3” es una película floja, pero no es el producto nefasto del que todos hablamos; hay películas muchísimo peores, y que no tienen tan mala fama. 

Las expectativas hicieron que muchos la juzgáramos de forma descarnada cuando nos encontramos con algo distinto a lo que esperábamos, como ha ocurrido –y ocurrirá- otras muchas veces. Los espectadores y críticos tendemos a endiosar y a condenar con demasiada facilidad.

Ni Raimi eran tan bueno, ni ahora es tan malo.