martes, 31 de enero de 2012

Mi primer PC

Era parecido a este, pero con una unidad.
A principios de los 90 -no recuerdo exactamente, pero debía de ser por esa época, pues creo que yo tendría doce o trece años- llegó un armatoste a nuestra casa, con el propósito de que mi hermano lo usase para programar. Yo no pude más que recibir al recién llegado con ciertas reservas. Pues su llegada obligó a que mi querido Amstrad CPC 464 tuviese que dejar su lugar de honor en la mesa de nuestra habitación, y quedara relegado a la de mi hermana. Su aspecto grisáceo no inducía a pensar en aquella máquina, que solo había visto en las oficinas de la época, pudiese ofrecerme más diversión que mi colorido Amstrad.

Pero mi hermano decía que los juegos eran infinitamente mejores que los ordenadores de 8 bits, a los que el armatoste doblaba en capacidad: 16 bits.


Así que le di un voto de confianza a aquel PC 2.8.6, con tarjeta gráfica CGA, monitor monocromo -gracias a Dios, no tuve que soportar los horribles tonos morado que se gastaba la tarjeta gráfica-, sonido PC. Pero a pesar de quedar embelesado con los discos de cinco y cuarto y disfrutar como un enano viendo que los juegos se cargaban en cuestión de segundos, no me hizo mucha gracia; y seguí dándole caña a mi Amstrad CPC 464.

Aunque para jugar al Amstrad debía sacar el teclado de un cajón, ponerle una tabla debajo que lo sostenía, conectar los cables y jugar empotrado contra el resto de cajones, situados por debajo del hueco del mueble donde descansaba el ordenador; pues ya en esa época empezaba a tener problemas con el espacio gracias –o más bien, por desgracia- a mi altura y la longitud de mis piernas. Sí, ya por aquel entonces empezaba a sospechar que no iba –literalmente- a encajar muy bien en el mundo que me rodeaba.

Recuerdo que el mueble era el típico que tenía todo el mundo, aquel de la cama que salía del mismo y que, creo, heredamos de un vecino.

Después decidí que lo mejor era agarrar el monitor y el teclado, y directamente montar el ordenador encima de mi cama y jugar sentado en la de mi hermano.

Por un tiempo mi hermano se dedicó exclusivamente al PC –situado en la mesa del ordenador de mi habitación-, y yo al Amstrad. Recuerdo que por aquella época jugué mucho al “Batman” de Ocean, y que cuando llegaba a una pantalla nueva, bajaba, le avisaba y los dos nos subíamos a intentar pasarnos la pantalla nueva, pues estábamos a un tris de terminar el juego sin cargadores.
 
Entonces ocurrió lo que me pareció una de las mayores desgracias del mundo, mi Amstrad CPC 464 dejó de cargar juegos. Aparentemente la unidad de casete se había roto, y habiendo un ordenador más potente en casa, sabía que mis padres no llevarían a arreglarlo. Y así, fue.  Además, por si había alguna duda, mi padre optó por regalarle el ordenador a un amigo del trabajo –curioso que mi PC proviniese también del trabajo de mi padre; aunque dudo mucho que hubiese podido llegar de otra forma hubiese podido llegar a casa, ya que por aquel entonces los precios de los PCs eran astronómicos- que le dijo que no se preocupara porque no cargaran los juegos, que lo quería para que lo usaran sus niñas pequeñas. Pobres, me imagino a esas niñas teniendo un ordenador que no cargaba juegos; aunque, claro, quizá su padre le puso una unidad de casete externa –cosa que yo no sabía que podía hacerse; y hoy en día tampoco estoy del todo seguro, pero imagina que sí se podía hacer, dado la estructura interna del ordenador- o lo arregló, sin más.
 
La pérdida de mi Amstrad me dejó un poco tocado, a pesar de que ya no era lo mismo porque no podía disfrutar de juegos a dobles con mi hermano. Creí que ya no iba a poder jugar más, pues los juegos grabados en los discos de cinco y cuarto me parecían todos malísimos; excepto el “Sokoban”, el cual era el único juego medianamente salvable y entretenido. Pero entonces mi hermano apareció con el “Budokan”, y ya nada volvió a ser lo mismo. Pues aquel juego era infinitamente superior a cualquiera que hubiese visto en Amstrad. Pasé horas jugando con él. Y luego vendrían otros que harían olvidarme del Amstrad durante años. Cómo podía acordarme de él, si fue el PC quien me permitió jugar con mi hermano al “Golden Axe” y me descubrió el que iba a ser mi género favorito: las aventuras gráficas, y en concreto: Lucas Art.
 
Esta entrada no tiene otro objetivo que dejaros claro que a partir de este momento, también empezaré a hablar de juegos clásicos de PC. Y como aparetivo, os dejo un curioso video que he encontrado, donde aparecen muchos grandes juegos –aunque no todos, claro- de la época.

Espero que os traiga tantos recuerdos como a mí -si eres "viejuno"- o te pique el gusanillo de querer saber más de los videojuegos clásicos de PC.


No hay comentarios:

Publicar un comentario