martes, 17 de enero de 2012

Match Point, versión Amstrad CPC 464


A este simulador de tenis le ocurre con su iguales exactamente lo mismo que a “Match day II” con los de fútbol, sentó las bases de lo que debería ser un buen videojuego de tenis; y durante muchísimo tiempo fue considerado el mejor de su género, a pesar de que hubo otros que poseían una mayor complejidad técnica y un número mayor de opciones.

La perspectiva que utilizan hoy en día los simuladores de tenis es exactamente la misma que utilizaron hace más de veinte años los programadores de “Match Point”. Y si hay una cosa que prima en este programa, es su asombrosa jugabilidad, así como su austeridad en lo que se refiere al sistema de juego.

En este videojuegos podemos cambiar la trayectoria de la bola al golpear con nuestra raqueta la pelota, simplemente, pulsando las teclas o moviendo el joystick en una determinada dirección al mismo tiempo que presionamos el botón de disparo. La sombra de la pelota nos facilita la posición de la misma, a la hora de devolverla a nuestro rival.

Y ya está. No hay más. Y es de agradecer, porque lo que demostraron otros videojuegos, aparentemente más sofisticados, es que un exceso de posibilidades —como por ejemplo el punto de mira que usaron muchos de los videojuegos que le siguieron— resta jugabilidad al juego.

Los gráficos eran bastante buenos para el momento en que apareció este videojuego. En la versión Amstrad, una vez más, destacaba el colorido. Además, esta versión ofrecía una ambientación sonora rica, dadas las limitadas posibilidades sonoras de los microordenadores de 8 bits.

Destaca la presencia de los recogepelotas, que cada vez que la pelota tocaba la red o no la superaba, salían corriendo, agarraban la pelota y cambiaban su puesto con su compañero.


 Recordaba que me resultaba muy sencillo manejar a los tenistas, pero cuando he vuelto a jugar en el emulador de Amstrad, me he dado cuenta de que, como ya he hecho mención en otros videojuegos clásicos, se necesita echarle unas horitas para adquirir soltura y disfrutar de verás de este fantástico simulador.

Pero una vez te haces con los controles, y golpeas la pelota con criterio, en lugar de pulsar como un loco el disparo, con el propósito de dar a la pelota de cualquier forma, resulta extremadamente sencillo volverte a sumergir en este magnífico simulador y rememorar las tardes que pasábamos de críos pegados a nuestros microordenadores.

Como ocurre en la mayoría de los videojuegos deportivos, la diversión se multiplica cuando en lugar de jugar contra la máquina, nuestro oponente es un buen amigo. 


De todas formas, si queréis un emulador gratis y no sabéis cual, mirad este enlace de los compañeros de Amstrad Esp -uno de los mejores sitios para saber más del Amstrad y donde podréis encontrar gran variedad de títulos clásicos y nuevos; sí, la escena retro está viva, aunque cada vez más parada en el caso concreto de Amstrad.

En caso, de que no sepáis o tengáis alguna duda o curiosidad al respecto, decidmelo en los comentarios, y os aclararé todo lo que esté en mi mano.