martes, 31 de enero de 2012

Enduro Racer, versión Amstrad CPC 464

La arena y el polvo se adhieren al visor de tu casco. Rebasas las gigantescas rocas esparcidas por la pista a toda velocidad. Los rivales pugnan contigo por avanzar posiciones. Tus brazos te duelen como consecuencia del traqueteo del manillar. Saltas por los aires y al caer, a punto estás de dar con tus huesos en el piso. El rugido del motor no te deja oír nada. La rueda trasera derrapa con estrépito, y casi te hacer caer un par de veces. Tienes que conseguir clasificarte, para poder seguir en carrera. Tu lucha contra el crono y los elementos será inclemente. ¿Estás preparado para competir en el duro mundo del motocroos? ¿Sí? Pues a qué esperas, prueba “Enduro Racer”.

Salvando las consabidas diferencias que existían entre la máquina recreativa creada por Sega, y los microordenadores de 8 bits,  la conversión que llevó a cabo “Activision” superó las expectativas de la época. Nadie creía que pudieran hacer un producto tan bien acabado y tan jugable.
La máquina recreativa había sido un éxito, sobre todo, porque para jugar nos montábamos realmente en una especie de moto. El diseño de la máquina recreativa de “Enduro Racer” fue todo un acierto. Lástima que, al menos en el Bar donde nosotros jugábamos, el dueño decidió que le cambiarán la máquina y dejaran sólo el manillar de la moto, con lo que ya no era lo mismo. Lo curioso es que creo que nunca llegué a jugar con la máquina entera, cuando me decidí a echar una partida —pues había que gestionar bien la escasa asignación que nos daban los padres de entonces, porque el dinero llegaba para lo que llegaba, y ya está—, ya solo estaba el manillar. Aún así, creo que me lo pasé en grande. 

Aunque las recreativas tenían el problema de que, si realmente le querías sacar el máximo rendimiento, tenías que gastarte mucho dinero. Por eso mismo, cuando los usuarios de Amstrad —y supongo que los de ZX Spectrum, Commodore y Atari ST— supieron, gracias, probablemente, a la revista “Micromanía”, que se iba a realizar una versión para los ordenadores domésticos, se generó una gran expectación. 

Y las expectativas se colmaron con creces. Rapidamente olvidamos las diferencias gráficas de animación y de velocidad con la máquina recreativa y nos dedicamos a disfrutar de uno de los mejores videjuegos de motos de la época. El cual —como ocurre con “Match day II”, “Match point” o “3D Grand Prix”— abrío la senda de este estilo de simuladores y estableció las pautas de lo que debería de ser un buen videojuego de motos.
“Enduro Racer” es un videojuego de carreras con perspectiva trasera y en tercera persona, lo que potenciaba la sensación de velocidad. Nosotros adoptábamos el papel de un experto piloto de motocross, y teníamos que completar el recorrido de un circuito plagado de obstáculos —hoyos, piedras... — y trepidantes saltos, así como de más coches y motos, en un tiempo estipulado. Competíamos contra los demás, y contra el reloj. 


A medida que consigamos superar al crono, iremos cambiando de circuito. Existen hasta cinco circuitos. En las máquina recreativa, apenas pasaba del primero, las pocas veces que pude jugar. En mi Amstrad, como podía jugar todas las partidas que quisiera, creo que logré acabármelo. 

Ahora, cuando lo he rejugado en mi emulador, me ha parecido más difícil que en aquel entonces. Aunque, finalmente, he vuelto a recuperar cierta soltura.

Los gráficos eran muy buenos para la época. Lo mejor, sin duda, eran las animaciones. Nuestro piloto, se recostaba sobre la moto y sacaba un pie para apurar las curvas. También hacía caballitos y daba saltos prodigiosos, que bien podían hacer que terminaras estrellado contra una piedra o con tus huesos empotrados contra el suelo. Lo que te hacía perder un tiempo precioso. Cuando tomas los saltos, sin la rueda delantera en alto, tu piloto pierde el control de la moto y se aferra al manillar, mientras sus piernas se despegan de la moto.


El juego se encuentra dividido en cinco circuitos (la versión japonesa incluía alguno más), en los cuales tendremos que realizar una carrera contrarreloj. Aparte de evitar a otros contrincantes (aunque no influía para nada nuestra posición), tendremos que tener cuidado para no impactar con obstáculos como rocas y árboles. Una buena manera de adelantar a nuestros contrincantes es saltarlos por encima con ayuda de alguna rampa, echando hacia atrás el manillar.

De todas formas, si queréis un emulador gratis y no sabéis cual, mirad este enlace de los compañeros de Amstrad Esp -uno de los mejores sitios para saber más del Amstrad y donde podréis encontrar gran variedad de títulos clásicos y nuevos; sí, la escena retro está viva, aunque cada vez más parada en el caso concreto de Amstrad.

En caso, de que no sepáis o tengáis alguna duda o curiosidad al respecto, decidmelo en los comentarios, y os aclararé todo lo que esté en mi mano.

Mi primer PC

Era parecido a este, pero con una unidad.
A principios de los 90 -no recuerdo exactamente, pero debía de ser por esa época, pues creo que yo tendría doce o trece años- llegó un armatoste a nuestra casa, con el propósito de que mi hermano lo usase para programar. Yo no pude más que recibir al recién llegado con ciertas reservas. Pues su llegada obligó a que mi querido Amstrad CPC 464 tuviese que dejar su lugar de honor en la mesa de nuestra habitación, y quedara relegado a la de mi hermana. Su aspecto grisáceo no inducía a pensar en aquella máquina, que solo había visto en las oficinas de la época, pudiese ofrecerme más diversión que mi colorido Amstrad.

Pero mi hermano decía que los juegos eran infinitamente mejores que los ordenadores de 8 bits, a los que el armatoste doblaba en capacidad: 16 bits.


Así que le di un voto de confianza a aquel PC 2.8.6, con tarjeta gráfica CGA, monitor monocromo -gracias a Dios, no tuve que soportar los horribles tonos morado que se gastaba la tarjeta gráfica-, sonido PC. Pero a pesar de quedar embelesado con los discos de cinco y cuarto y disfrutar como un enano viendo que los juegos se cargaban en cuestión de segundos, no me hizo mucha gracia; y seguí dándole caña a mi Amstrad CPC 464.

Aunque para jugar al Amstrad debía sacar el teclado de un cajón, ponerle una tabla debajo que lo sostenía, conectar los cables y jugar empotrado contra el resto de cajones, situados por debajo del hueco del mueble donde descansaba el ordenador; pues ya en esa época empezaba a tener problemas con el espacio gracias –o más bien, por desgracia- a mi altura y la longitud de mis piernas. Sí, ya por aquel entonces empezaba a sospechar que no iba –literalmente- a encajar muy bien en el mundo que me rodeaba.

Recuerdo que el mueble era el típico que tenía todo el mundo, aquel de la cama que salía del mismo y que, creo, heredamos de un vecino.

Después decidí que lo mejor era agarrar el monitor y el teclado, y directamente montar el ordenador encima de mi cama y jugar sentado en la de mi hermano.

Por un tiempo mi hermano se dedicó exclusivamente al PC –situado en la mesa del ordenador de mi habitación-, y yo al Amstrad. Recuerdo que por aquella época jugué mucho al “Batman” de Ocean, y que cuando llegaba a una pantalla nueva, bajaba, le avisaba y los dos nos subíamos a intentar pasarnos la pantalla nueva, pues estábamos a un tris de terminar el juego sin cargadores.
 
Entonces ocurrió lo que me pareció una de las mayores desgracias del mundo, mi Amstrad CPC 464 dejó de cargar juegos. Aparentemente la unidad de casete se había roto, y habiendo un ordenador más potente en casa, sabía que mis padres no llevarían a arreglarlo. Y así, fue.  Además, por si había alguna duda, mi padre optó por regalarle el ordenador a un amigo del trabajo –curioso que mi PC proviniese también del trabajo de mi padre; aunque dudo mucho que hubiese podido llegar de otra forma hubiese podido llegar a casa, ya que por aquel entonces los precios de los PCs eran astronómicos- que le dijo que no se preocupara porque no cargaran los juegos, que lo quería para que lo usaran sus niñas pequeñas. Pobres, me imagino a esas niñas teniendo un ordenador que no cargaba juegos; aunque, claro, quizá su padre le puso una unidad de casete externa –cosa que yo no sabía que podía hacerse; y hoy en día tampoco estoy del todo seguro, pero imagina que sí se podía hacer, dado la estructura interna del ordenador- o lo arregló, sin más.
 
La pérdida de mi Amstrad me dejó un poco tocado, a pesar de que ya no era lo mismo porque no podía disfrutar de juegos a dobles con mi hermano. Creí que ya no iba a poder jugar más, pues los juegos grabados en los discos de cinco y cuarto me parecían todos malísimos; excepto el “Sokoban”, el cual era el único juego medianamente salvable y entretenido. Pero entonces mi hermano apareció con el “Budokan”, y ya nada volvió a ser lo mismo. Pues aquel juego era infinitamente superior a cualquiera que hubiese visto en Amstrad. Pasé horas jugando con él. Y luego vendrían otros que harían olvidarme del Amstrad durante años. Cómo podía acordarme de él, si fue el PC quien me permitió jugar con mi hermano al “Golden Axe” y me descubrió el que iba a ser mi género favorito: las aventuras gráficas, y en concreto: Lucas Art.
 
Esta entrada no tiene otro objetivo que dejaros claro que a partir de este momento, también empezaré a hablar de juegos clásicos de PC. Y como aparetivo, os dejo un curioso video que he encontrado, donde aparecen muchos grandes juegos –aunque no todos, claro- de la época.

Espero que os traiga tantos recuerdos como a mí -si eres "viejuno"- o te pique el gusanillo de querer saber más de los videojuegos clásicos de PC.