lunes, 6 de agosto de 2012

Hero, de Zhang Yimou



Zhang Yimou siempre había sido un declarado aficionado a las películas de artes marciales, aunque su carrera cinematográfica se decantase por lo que se suele denominar: cine de autor. Sus películas estaban fuertemente arraigadas en la realidad y los conflictos humanos importaba más que la acción que se desarrollaba en pantalla. Durante un tiempo sus películas fueron aclamadas por la crítica europea y los festivales se pelearon para conseguir proyectarlas; y con razón, pues la filmografía de Zhang Yimou es impresionante. Películas, como su ópera prima, “Sorgo Rojo” (Hong gao liang, 1987) dejan clara su valía para captar algo tan difícil, y a la vez importante, como es la emoción humana.
 
Qué paso después, para que los sesudos críticos se fuesen olvidando de él y los festivales no lo requiriesen con tanta existencia. Lo que suele ocurrir, Zhang Yimou se apartó del camino que los intelectuales consideran que debe seguir todo director interesante que se precie de serlo, y comenzó a rodar películas de aventuras, artes marciales y fantasía. A partir de ese momento, sus películas gozaron de mucha menos atención por parte de los Europeos. En el viejo continente nos cuesta muchísimo todavía entender que una película de género puede tener tanto o más contenido intelectual y social que una de autor.

Y lo más curioso de todo es que “Hero” es una película cargada de contenido, no solo un bonito envoltorio para permitirnos un par de horas de evasión. “Hero” habla de lealtad, amor, honor y sacrificio. Los personajes anteponen el bien común -o lo que ellos creen que es el bien común- a su propia vida, mientras se nos narra una historia de venganza. No hay personajes planos, a pesar de que la información que se nos prorciona sobre ellos es minimalistas. El villano de la película es un hombre cruel, un tirano en toda regla, pero en su corazón está enquistado el miedo a ser asesinado y la desesperación a ser incomprendido por su pueblo y por la historia. 

 
La película también nos plantea preguntas interesantes y polémicas, como si es mejor vivir en guerra entre los hombres y mujeres del mundo o “habitar todos bajo el mismo cielo”; tradujese esto como “someterse” al rey más poderoso y firme con el fin de que los demás reinos dejen de guerrear entre sí y los aldeanos, quienes sufren las brutales consecuencias del conflicto, puedan vivir por fin en paz. Pues la lucha entre los reyes de los siete reinos, del territorio que luego sería China, hace más de 2000 años, donde está ambientada la película -época a la que los cineasta del citado país acuden asiduamente, por tratarse de un momento tan convulso como clave para su Historia-, solo parece importarle a los reyes; al igual que hoy la guerra es una cuestión de intereses económicos y estratégicos, donde los altos mandatarios -legítimos o no- se empeñan en salvarnos del mal sembrando el caos. La mayoría de los seres humanos no tienen ningún interés en los tejemanejes militares y políticos, sólo quieren vivir en paz y no pasar penurias ni ser carne de cañón en un guerra que ni siquiera entienden. Resulta curioso que una historia de hace más de 2000 años siga teniendo vigencia, como si no hubiésemos aprendido nada.

Pero la película no solo está cargada de capas y contenidos que sirven como semilleros ideales para desembocar en interesantes conversaciones tras el visionado de la misma, sino que es un filme de artes marciales en estado puro; concretamente se engloba en el género denominado como Wǔxiá (cuyo significado es algo así como "caballeros o héroes de las artes marciales"). 
 
Hero” es un poema épico de imágenes en movimiento. Las secuencias de acción son hermosísimas en todos los aspectos: técnico, interpretativo y emocional. Abundan los planos generales, donde la naturaleza se muestra en todo su esplendor, frente a la insignificancia del individuo y la indeterminación de las masas guerrilleras. 


Todo es dinámico y hermoso en este filme: el tempo narrativo pausado; los primerísimos primeros planos, en contraposición a los generales; la acción ralentizada y alegórica que nos permite disfrutar de la motricidad marcial de las figuras humanas, enfrascadas estas en luchas tan gráciles como violenta; la caligrafía que se fusiona con el esgrima; el viento agitando los cabellos de los personajes; las hojas revoloteando como insectos; las gotas de agua eclosionando; la majestuosa banda sonora: las telas resonando; los filos de las espadas rasgando la superficie del agua; los matices de los rostros, conscientemente contenidos, de grandísimos actores chinos -donde destaca el maravilloso Tony Leung Chiu Wai- y reputados artistas marciales -Donnie Yen (quien, a mi modo de ver, es el digno sucesor de Bruce Lee; si el maestro no hubiese muerto, haría papeles similares a los de este) o el protagonista Jet Li (mucho más entonado cuando trabaja con directores chinos que en producciones americanas)-; las texturas cromáticas, las composiciones y juegos de luces... cada plano de esta película está rodado con una minuciosidad y un gusto esquisito.

Lógicamente, este tipo de cine para aquellos que no están acostumbrados a él puede resultar difícil, porque el hecho de que los personajes rompan las leyes de la física y corran por los aires o por encima de la superficie del agua o por las copas de los aires les puede sacar de quicio. Pero cuando uno asiste a la proyección de una película de esta características debe entender que existe una coherencia interna dentro de la misma película y que las leyes físicas no funcionan como en nuestro mundo, con el propósito de mostrarnos las excelencias de las artes marciales desde una perspectiva emocional y no realista. Lo que no le resta un atisbo de tragedia a la trama, pues todos los personajes están en ingualdad de condiciones, ya que habitan la misma realidad cinematográfica.

Además, asistimos al original y épico enfrentamiento entre dos maestros de las artes marciales, como son los citados Jet Li y Donnie Yen, esperado por muchos aficionados a este maravilloso género cinematográfico y rodado de una forma prodigiosa por Zhang Yimou.